La sala del café está vacía, no se escucha ruido. Ese silencio es interrumpido por un timbre que suena agudo y continuo. Unos minutos más tarde, entran dos mujeres que se sitúan en la cercanía de la máquina dispensadora de café.
Mientras esperan a que la máquina vaya haciendo los cafés conversan:
―Julia, ¿qué tal con Luis el de expediciones? ―pregunta una de ellas mientras selecciona su bebida en la máquina.
―Fatal, me tiene harta, ¡un día vamos a acabar mal! Lo de siempre, es el responsable pero de palabra, ya sabes. Las rutas están descoordinadas, no salen en tiempo, los clientes nos llaman de todo por los retrasos, y con razón, que eso es lo peor… ¿Por qué lo preguntas Dora? ¿se escuchaban los gritos en vuestra oficina? ―Pregunta a su vez mientras recoge el café de Dora, se lo pasa y selecciona el suyo.
―La verdad es que se escuchaba algo y nos preocupó. Pero vino María de vuestra oficina y me dijo que nada, una simple discusión, ya sabes… ―respondió mientras ladeaba la cabeza.
―Esta mujer desespera a un santo. Yo nunca sé cuando habla en serio y cuando no. Y no sabes la que hizo hoy. Resulta que llaman los de Suárez para preguntar sobre la fecha aproximada de recepción de un pedido. Pedido que por cierto no está puesto ni en producción, desconozco la razón. Pues va ella y les responde que mañana lo recibirán sin consultar. Empezamos a discutir Luis y yo entre otras cosas por ello, porque ya sabes que a la menda es a la que le toca luego el marrón y de repente coge y desaparece ―dijo encogiendo los brazos―. Anda, aquí la tenemos ―añadió mientras se giraba hacia la persona que entraba en ese momento y se acercaba a la máquina.
Observaron como sacaba de su bolsillo una llave que introdujo en la expendedora para a continuación seleccionar el café.
El silencio continuaba, entrecortado por los ruidos que la máquina emitía mientras molía el grano, filtraba el café y vertía la leche. Las tres lo observaban sin hablarse.
Cuando iba a recoger su bebida Julia la agarra del brazo y le comentó.
―María, así que la discusión de esta mañana, no fue nada, ¿verdad? ¿y lo del pedido de Galerías Suárez? Desde luego tienes una visión muy particular de la realidad. A veces creo que eres incapaz de decir la verdad. ¿Por qué? ―pregunta mientras le suelta el brazo.
―¿Incapaz?. No, no te entiendo. Es que vosotros los exageráis todo tanto. Yo no miento, simplemente rebajo la verdad, la suavizo… ―le contestó y empezó a soplar sobre su vaso para a continuación beber un sorbo e irse.
Suena nuevamente el timbre, Dora y Julia se miraron y encogiéndose de hombros terminaron sus bebidas y abandonaron la sala.

«Le mensonge / La mentira (1898), Félix Vallotton»
Imagen en dominio público, vía Wikipedia Commons
Cuando vi por primera vez este cuadro (estudiando 🙂 ) me fascinó el uso del color y cómo a través de él nos muestra la escena, intrigante, misteriosa. Me imaginaba qué se estarían contando…
Detrás de esta obra hay mucha especulación y controversia, ya que se desconocen muchos detalles sobre su creación y su significado.
Valloton pintó esta obra mientras formaba parte de un grupo artístico que se denominaba «Les nabis» que junto con otro grupo quizá más conocido «Les fauves» conformaron la escena artística más innovadora de finales del siglo XIX en Francia.
Para los «nabis» el uso del color era un elemento prioritario en las composiciones, utilizando, normalmente, colores planos con gran sentido estético.
https://es.wikipedia.org/wiki/Nabis_%28artistas%29